miércoles, 23 de abril de 2014

Nanofósiles: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Paleontología

“No siempre sabemos qué es lo grande y qué es lo pequeño, ni el alcance de las consecuencias que pueden derivarse de algo que estimamos, no ya pequeño, sino ínfimo”.  
(M. de Unamuno)


Existe la tendencia generalizada a pensar que únicamente son fósiles los cráneos de T. rex, las conchas de ammonoideos y los dientes del colosal C. megalodon. Sin embargo, el imparable avance de la Paleontología nos demuestra que las nuevas técnicas permiten ver mucho más allá de esqueletos de dinosaurio y caparazones de artrópodos. 

Es por eso que esta entrada se centrará en el artículo Fraguas, A. 2014. Crepidolithus cantabriensis nov. sp., a new calcareous nannofossil (Prymnesiophyceae) from the Lower Jurassic of northern Spain. Geobios, 47: 31-38, en el que se describe una nueva especie de nanofósil calcáreo y se tratan sus relaciones con el resto de especies del género y sus importantes implicaciones bioestratigráficas y paleobiogeográficas. 


Marco geográfico, geológico y paleontológico

El estudio se realizó en Cantabria (Fig. 1), en las secciones de Tudanca y  Santotís (Hoja 82 ‘‘Tudanca’’ del ‘‘Mapa Geológico de España’’, 1:50000), pertenecientes al valle del Nansa, y en Camino (Hoja 83 ‘‘Reinosa’’ del  ‘‘Mapa Geológico de España’’, 1:50000) y San Andrés (Hoja 108 ‘‘Las Rozas’’ del ‘‘Mapa Geológico de España’’, 1:50000), área de Reinosa.  

Fig. 1. Mapa esquemático con la localización de las secciones Santotís (1), Tudanca (2), Camino (3) y San Andrés (4)


Para cada una de estas secciones, pertenecientes todas ellas al Macizo Asturiano, se describe una litología principalmente carbonatada y, en ocasiones, con pequeñas intercalaciones de niveles de pizarras y esquistos en algunas subdivisiones. Estas litologías (Fig. 2) se enmarcan en las subzonas del Jurásico Inferior (excluyendo el Hettangiense y la base del Sinemuriense); estas secuencias deposicionales marinas incluyen unidades tecto-sedimentarias que se agrupan según dos sistemas deposicionales principales: el Raetiense-Sinemuriense Inferior y el Sinemuriense-Toarciense (Quesada et al., 2005). 

La zona de estudio se localiza, según su paleolatitud, entre 20 y 30° N (Bassoulet et al., 1993), en un canal epicontinental somero de menos de 200m de pronfundidad (Bjerrum et al., 2001), entre los dominios Tethys y Boreal (Rosales et al., 2006).


Fig. 2. Litoestratigrafía del Sinemuriense Superior-Pliensbachiense Superior y correlación entre las secciones de Camino y Tudanca. La extensión de las secciones San Andrés (SAD) y Santotís (STT) se muestra con dos líneas a la izquierda de la sección Camino y a la derecha de la sección Tudanca, respectivamente. La primera aparición de C. cantabriensis se localiza en la sección Tudanca (FO). 


C. cantabriensis y el género Crepidolithus

Los nanofósiles calcáreos incluyen las cocosferas de las algas haptophytas, sus componentes (cocolitos), y los nanolitos. La clasificación de los nanofósiles se realiza observando, principalmente, la forma del cocolito, la estructura del borde, la abertura del área central y sus estructuras, si es que las presenta.  

El género Crepidolithus se caracteriza por los cocolitos con borde ancho y alto, en los que la inclinación varía desde vertical hasta ligeramente inclinado; el área central puede aparecer abierta, rellena con cristales de calcita, ocupada con otras estructuras, etc.

-C. cantabriensis nov. sp.: los primeros especímenes de C. cantabriensis aparecen en la sección Tudanca en el Raricostatum (Fig. 2); son más abundantes en las secciones Camino y San Andrés pero presentan mayor discontinuidad en el registro, situación que se invierte al completo en las secciones Tudanca y Santotís.

Presenta una longitud del cocolito de 5.2–8.2 µm y una anchura de 3.2–5.9 µm, una longitud del área central de 3.0–5.7 µm, y una anchura de 1.8–3.3 µm. Es elíptico, con el área central abierta y sin ninguna estructura (Fig. 3 [E]); bajo el microscopio de luz transmitida presenta una figura de interferencia sigmoidal (Fig. 3[A-D]) con extinción bicíclica, y muestra máxima birrefringencia en el borde interno y mínima en el externo. 
Bajo el microscopio electrónico se aprecia que está compuesto de 28 a 32 elementos rectangulares subverticales imbricados dextralmente (Fig. 3 [F]). 

-C. crassus: debido a su gran variabilidad morfológica- incluyendo áreas centrales abiertas-, C. cantabriensis fue incluido dentro de C. crassus. Fue descrito inicialmente por Deflandre y Fert (1954), para ser descrito posteriormente por Rood et al. (1973), Cobianchi (1992) y Lozar (1992, 1995). La descripción más reciente la llevan a cabo Fraguas y Erba (2010), que definen un cocolito amplio, elíptico, con un área central reducida a una o dos pequeñas hendiduras lenticulares, y que presenta un patrón de extinción unicíclico con birrefringencia variable de gris a amarillo. 

-C. cavus: recientemente descrito por su cocolito amplio y elíptico con un “caparazón” distal compuesto por aproximadamente 30 listones rectangulares imbricados dextralmente, y con otro proximal que se extiende verticalmente para formar un ciclo interno tangencial al “caparazón” distal. Presenta un área central elíptica ancha cruzada por un elemento transversal a menudo dañado.

Fig.3. Crepidolithus cantabriensis A. c-p. Vista distal. TUD.231C. Pliensbachiense Inferior, Jamesoni, Jamesoni (subzona). B. c-p. Vista distal. TUD.257B. Pliensbachiense Inferior, Jamesoni, 
Jamesoni (subzona). C. c-p. Vista distal. 3CM.44. Pliensbachiense Superior, Stokesi, Monestieri (subzona). D. c-p. Vista distal. STT.84. Pliensbachiense Inferior, Davoei. E. p-c. Vista distal. STT.84. Pliensbachiense Inferior, Davoei. F. Vista distal. 1SAD.12T. Pliensbachiense Inferior, Davoei. A–E: Microscopio LM, aproximadamente x4000 (F x7000).


Conclusiones e implicaciones

Comparando los parámetros medidos para cada una de las tres especies antes analizadas, se justifica el hecho de que C. cantabriensis fuese excluido de C. crassus y considerado como especie individual. La hipótesis más aceptada respecto a esta cuestión es que C. cantabriensis evolucionó a partir de C. crassus al experimentar un incremento del tamaño de la abertura central, pasando de un área central reducida a una o dos hendiduras lenticulares a una abertura que es aproximadamente la mitad del tamaño del cocolito. 

El descubrimiento de C. cantabriensis no resulta útil únicamente en el ámbito puramente descriptivo, sino que, al igual que la primera aparición de C. crassus permite establecer la división de las Zonas de nanofósiles calcáreos (CNZs) NJ2/NJ3, el hecho de que C. cantabriensis muestre mayor abundancia relativa en las secciones del área de Reinosa frente a las del valle del Nansa, distal y proximal en el Macizo Asturiano, respectivamente, permite establecer la hipótesis de que se debiese a la entrada de nutrientes de las zonas emergidas del Macizo Ibérico, el grado de penetración de la luz, y que el tamaño de la zona fótica profunda en la parte proximal es menor. 

Esto, a su vez, puede asociarse al efecto lastre (Young, 1994) según el cual la masa y el volumen del cocolito se relacionan directamente con la profundidad de su hábitat. Considerando las características morfológicas de C. crassus y C. cantabriensis, se postula que pudieron habitar en la zona fótica profunda. 

Como hemos visto a lo largo de esta entrada, el universo de los nanofósiles entraña infinidad de aspectos de interés y elevada complejidad que demuestran su importancia en estudios, en este caso, paleoambientales, y que no hace falta ser un cráneo de Brachiosaurus para ser un gran fósil. 


Enlaces de interés



Referencias

Bassoulet, J.P., Elmi, S., Poisson, A., Cecca, F., Belion, Y., Guiraud, R., Baudin, F., 1993. Mid Toarcian. In: Dercourt, J., Ricou, L.E., Vrielynck, B. (Eds.), Atlas Tethys Paleoenvironmental Maps. Becip-Franlab, Rueil-Malmaison, France: 63-80 






Lozar, F., 1995. Calcareous nannofossil biostratigraphy of Lower Liassic from Western Tethys. Palaeontographia Italica, 82; 91-121


Rood, A.P., Hay, W.W., Barnard, T., 1973. Electron microscope studies of Lower and Middle Jurassic coccoliths. Eclogae Geologicae Helvetiae, 66: 365-382


Young, J.R., 1994. Functions of coccoliths. In: Winter, A., Siesser, W.G., (Eds.), Coccolithophores. Cambridge University Press, Cambridge: 51-62

1 comentario:

Unknown dijo...

Buen trabajo!!! El pequeño C.cantabriensis está encantado!!! :-)