miércoles, 27 de agosto de 2014

Los verdaderos reyes del cielo (entrada final)

Fotografía 1: Águila dorada.

Todos aquellos que hayan seguido mis anteriores entradas ya se habrán dado cuenta de que existe un tema principal sobre el que giran todas mis entradas, el cual ejerce la función de nexo entre ellas. Este hilo conductor no es otro que el maravilloso mundo de las aves. 

He elegido este tema como nexo principalmente por gustos personales. Las aves siempre me han fascinado, en particular las voladoras, pero las no voladoras también son divertidas como vimos en la entrada de nuestro compañero David, “Paleopingüinología: Retrospección hacia el futuro”. Probablemente esa fascinación mía en las aves voladoras reside en la importancia que ha tenido el pasar de medios terrestres y acuáticos a un medio totalmente nuevo, el aire, que supone una independencia ante barreras de dispersión terrestres como pueden ser canales de agua entre islas (como vimos en una entrada anterior, “El registro fósil aviar en el Sudeste Asiático Insular y sus implicaciones para la biogeografía y paleoecología aviar”), protección por la capacidad que otorga el vuelo para evadir predadores, alimentación, reproducción, crecimiento o simplemente por la libertad que supone el desplazarse sin obstáculos de ningún tipo por aire.

 El dominar los cielos supuso una innovación y una gran importancia para el perdurar de nuevas especies de aves en detrimento, lógicamente, de otras especies terrestres o acuáticas. Pero lo que realmente me apasiona de las aves voladoras es que hicieron algo que antes nadie había hecho, y en eso tienen todo el mérito, pues al fin y al cabo esto se puede atribuir a cualquier aspecto de la vida. Obviamente, también hubo seres vivos que hicieron cosas que antes nadie había hecho, por ejemplo colonizar el medio terrestre, pero el grado de especialización es considerablemente mayor en las aves voladoras a mi modo de ver.

Fotografía 2: Águila azor africana en pleno vuelo.

En todas mis entradas he intentado abarcar diferentes temas acerca de las aves. Para empezar mis entradas no podía haber elegido otro tema que no fuera el posible origen de las aves (Archaeopteryx, ¿el verdadero origen de las aves?). A continuación, me basé en un artículo acerca de la dispersión de las aves, biogeografía y paleoecología inferidas del registro fósil y de ejemplares actuales en el Sudeste Asiático Insular (El registro fósil aviar en el Sudeste Asiático Insular y sus implicaciones para la biogeografía y paleoecología aviar). Finalmente, debía realizar una entrada sobre el vuelo (El rendimiento aerodinámico del ave voladora más grande detodos los tiempos) por las razones que he comentado anteriormente.
En todas estas entradas ha aparecido en segundo plano, en mayor o menor medida, el tema de las relaciones filogenéticas. 

Fotografía 3: El colibrí es capaz de mover sus alas más de 50 veces por segundo.

A raíz de estos trabajos uno se da cuenta de la importancia que tiene la paleontología y de la dificultad que entraña ser paleontólogo. La vida se expande a través de nuevos seres que se especializan bajo determinadas condiciones y las especies están en un constante cambio debido a ello. La paleontología no iba ser menos, pues también está en constante cambio. Buena prueba de ello tuvimos en la entrada sobre Archaeopteryx en la cual descubrimos que la finalidad primigenia de las alas en las aves podría haber sido la exhibición y no el vuelo como siempre antes se había pensado. En esa misma entrada, también nos dimos cuenta de que nuevos restos esqueléticos de aves con plumas descubiertos en China desmontarían la teoría que siempre se ha sostenido de que Archaeopteryx fue el origen de las aves. Nunca es posible definir la naturaleza del cambio, el tiempo que llevará concretarlo, ni de qué manera se producirá.

 Es impensable que la paleontología y la biología vayan algún día a recopilar todas las especies que han vivido en la Tierra. No se puede negar que la vida siempre va un paso por delante de la ciencia y, a pesar de ello, los científicos (especialmente paleontólogos) se enfrentan a tales dificultades, no sólo realizando excavaciones sino recopilando información, trabajando con modelos computarizados, intentando aclarar en qué condiciones vivieron los seres vivos del pasado a través de sus restos y un largo etcétera.

El afán por desentrañar misterios y responder a numerosas cuestiones que nadie sabe no tiene límites para los paleontólogos y ese afán es el verdadero motor que guía a la paleontología. En este sentido existe una gran dicotomía entre el misterio y el afán por esclarecerlo. El misterio es el aliciente principal para querer esclarecerlo y ya sabemos que la naturaleza es una fuente ilimitada de sorpresas y de misterios por lo que el misterio persistirá y, a medida que aumente, también aumentará el deseo de desenmascararlo, es decir, es un ciclo que se retroalimenta. Mientras tanto, dejemos que la ciencia avance a su paso y que nos siga deleitando el misterio que envuelve la esencia intrínseca del poder de la naturaleza.

Para despedir esta entrada he elegido una cita de Albert Einstein y la mítica canción de los años sesenta, que como no podía ser de otra forma, se titula Surfing Bird de The Trashmen.

Albert Einstein: “El misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos”

The Trashmen: Surfing Bird

Os deseo a todos unas felices vacaciones o, al menos, lo que queda de ellas.





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