domingo, 28 de febrero de 2016

“AMAR EN TIEMPOS CRETÁCICOS”

Imaginémonos una mañana de domingo de febrero sin tener nada que hacer, subirnos a nuestra “máquina del tiempo”, poner el reloj a *** menos 100 millones de años *** y pulsar el “ON”…
Con algo de suerte, nos trasladaríamos a un bosque de los de entonces y tal vez con otro poco más de fortuna, estaríamos cara a cara frente a un gran dinosaurio de 8 metros intentando cortejar a su amada con sus grandes patas. Evidentemente como este viaje es solo un bonito sueño paleontológico, nos conformaremos con dar a conocer un reciente artículo publicado en Scientific Reports y que da pie (y nunca mejor dicho) a mi primera aventura en este nuestro blog.




A modo de introducción comentaremos brevemente unos conceptos que aunque sabidos, creo que merece la pena recordar. El taxón Dinosauria fue formalmente designado en 1842 por el paleontólogo Sir Richard Owen derivando el término de las palabras griegas deinos sauros, lagarto terrible (Owen, 1842). Los dinosaurios aparecieron en el período Triásico hace unos 231 millones de años, extinguiéndose en el final del Cretácico hace 66 millones de años.

Según la naturaleza de sus huesos y articulaciones pélvicas (Fig. 1) se dividen en dos órdenes (Seeley, 1887):
  •  Los ornistiquios (Ornithischia), reptiles herbívoros bípedos y cuadrúpedos con pico, dientes y una pelvis semejante a la de las aves.
  •  Los saurisquios (Saurischia), con pelvis de reptil que a su vez comprenden a los terópodos (Theropoda), reptiles carnívoros con dientes terribles, patas delanteras relativamente cortas y traseras de gran tamaño terminadas en tres dedos y un metatarso con agudas garras (son los “protas” del artículo) y los saurópodos (Sauropoda), reptiles herbívoros cuadrúpedos de cola larga, cabeza pequeña y talla gigantesca (Sereno 1997).

Fig. 1. Diferencia “dinopelviana” entre Ornithischia (izda.) y Saurischia. Educ.ar.

Entrando en materia…
Nos situamos en el yacimiento Roubideau Creek en la zona más oriental de Colorado muy cerca del estado de Utah en EE.UU (Fig. 2). El campo de estudio está junto a la Gunnison Gorge National Conservation Area zona rica en huellas de grandes dinosaurios terópodos de unos 7,5 metros. En el año 2015  fueron localizados los rastros de 15 individuos en una zona de 75 metros de ancho con la principal característica de que prácticamente todas ellas tenían orientación paralela hacia el sur, lo que sugería el comportamiento gregario de estos reptiles (Lockley et al., 2015).

Fig. 2. Localización geográfica del yacimiento Roubideau Creek en Colorado. Colorado University.

Las areniscas que afloran en Roubideau Creek pertenecen al Cretácico, piso Albiense Cenomaniense con una edad de 100 millones de años (día arriba, día abajo). Lo que ahora es un enorme paisaje desértico en aquellos tiempos las placas del Pacífico y de América del Norte colisionaron formando los territorios de Laramidia en el oeste (actuales Montañas Rocosas) y Appalachia en el este (actuales Montes Apalaches). Las aguas procedentes del norte (actual Océano Ártico) se unieron con las del sur (actual Golfo de México) formando el  Cretaceous Western Interior Seaway (Fig. 3). 

Fig. 3. Localización aproximada de la zona durante el Cretácico. Wikipedia.org.

Este mar interior era cálido y de carácter tropical con numerosos depósitos deltaicos de plataforma marina somera o arrecifales y abundante vegetación que posteriormente daría lugar a los coal swamp o pantanos de carbón. La temperatura atmosférica era mucho más elevada y uniforme que la actual, estimándose en unos 25ºC la diferencia entre la de los Polos y la del Ecuador (Schrope, 2005).
Concretamente las areniscas estudiadas están dentro de la denominada Formación Dakota cretácica (Lockley et al., 2014), formación geológica compuesta por rocas sedimentarias depositadas en la zona más oriental del Cretaceous Western Interior Seaway durante su transgresión (Monroe & Wicander, 1997) (Fig. 4). 
Fig. 4. La “Formación Dakota” durante la transgresión del mar interior cretácico. Wikipedia.org.

En Roubideau Creek un grupo de paleontólogos capitaneados por Martin Lockley, Richard McCrea y Ken Cart han dado a conocer junto a huellas (icnitas) de dinosaurios herbívoros, otras de terópodos carnívoros del género Irenesauripus (Sternberg, 1932) un tanto peculiares (Fig. 5).

 
Fig. 5. El “dinocortejo” de Irenesauripus y esposa visto por los paleoartistas Lida Xing y Yujiang Han.

Con un tamaño de hasta de 2 metros de longitud y dispuestas en pares contiguos, las huellas presentan una serie de violentos arañazos tridáctilos en el sedimento que se encuentran relacionados con un comportamiento de cortejo “dinosexual” donde el macho muestra sus capacidades amatorias ante sus potenciales parejas (Figs. 6 y 7). 

Los autores han descartado que el origen de las huellas esté asociado a la formación de nidos ya que no han aparecido en el yacimiento restos de huevos o de incubación. Por otro lado tampoco serían resultado de la búsqueda de agua y alimento ya que estos fueron abundantes en la superficie de toda la zona referida durante el Cretácico Superior.

Fig. 6. Martin Lockley (derecha) y Kent Cart junto a los rasponazos descubiertos. Colorado University.


Fig. 7. Detalle donde se observa claramente la violencia del arañazo. Colorado University.

Estas relaciones de comportamiento entre dinosaurios terópodos no avianos y avianos (aves) así como sus caracteres osteológicos han sido objeto de estudio y debate en las últimas décadas (Xu et al., 2014; Sereno, 1997; Foster et al., 1998). Entre los paleontólogos existe el consenso de que las aves descienden de los terópodos (Mayr et al., 2005). En efecto, ambos taxones comparten características muy afines entre las que destacan el único cóndilo occipital (articulación del cráneo con la primera vértebra), única apófisis uncinada en las costillas que hace el tórax rígido y resistente para soportar el movimiento ventral del ala durante el vuelo así como la presencia de cuatro dedos en los miembros posteriores (Gil, 2009) (Fig. 8).

Fig. 8. Comparativa de la pata ave-dinosaurio. Botelho J. F., Universidad de Chile. Scientific Reports.

Lockley y sus colegas mediante una técnica de capas fotográficas denominada fotogrametría han conseguido realizar en el yacimiento imágenes 3D de los rasponazos, extrayendo sin dañar la arenisca, copias en caucho y fibra de vidrio que han sido almacenadas en el Natural Science Museum de Denver para su detallado estudio. Básicamente cuando hacemos una fotografía simple obtendremos información bidimensional del objeto fotografiado. De lo contrario si trabajamos con dos fotos con una zona común denominada zona de solape, tendremos visión estereoscópica o tridimensional del objeto a estudiar.

La Fig. 9 representa la imagen fotogramétrica de ocho arañazos bien conservados y el detalle de uno de ellos sobre una placa de arenisca de 100 m2. Concretamente aparecen como depresiones dobles paralelas compuestas por múltiples raspaduras separadas por una cresta central elevada,  bautizadas con el nombre de Ostenichnus bilobatus o “huella de dos lóbulos que sirve para presumir”. Estos rastros representan el fossil behaviour o comportamiento fósil derivado de la actividad en animales vivos (Seilacher, 1967) y cuyas cinco principales categorías son: repichnia rastros de locomoción, cubichia de descanso, domichnia de alojamiento, praedichnia de depredación y calichnia de cría (Bromley, 1996). Tras este descubrimiento, Ostenichnus bilobatus constituye un nuevo tipo no reconocido de calichnia asociado al cortejo dentro del comportamiento de manada ya observado en la Gunnison Gorge National Conservation Area.


 Fig. 9. Imágenes fotogramétricas de las huellas estudiadas. Los tonos azules corresponden a zonas de mayor presión. Scientific Reports.


“Esta es una evidencia física de los juegos previos muy similar a los de las aves actuales, que utilizan una ceremonia de cortejo de rascado generalmente cerca de sus lugares de nidificación finales. De esta forma la raspadura fósil ofrece la pista de que los dinosaurios pudieron estar reunidos aquí hace millones de años para reproducirse y luego anidar cerca”, afirma Lockley en su trabajo. Efectivamente, una de nuestras aves actuales, el frailecillo atlántico (Fratercula arctica) en la fase previa a la cría rasca el suelo produciendo dos surcos paralelos y una cresta central (Folch, 1992) (Fig. 10) que son sorprendentemente similares a Ostenichnus bilobatus del terópodo Irenesauripus estudiado. También el avestruz (Struthio camelus), más similar en tamaño a nuestro dinosaurio, produce raspaduras superficiales de 2 a 3 metros de diámetro muy similares a las descritas  y únicamente asociadas a la construcción del nido y a la puesta de huevos pero no al cortejo (Folch, 1992). 

Fig. 10. Frailecillo atlántico (Fratercula arctica) intentando ligar. Enciclopedia Animal.

Tras la lectura de este interesante artículo llegamos a la conclusión de que el hallazgo estudiado en esta entrada posee un gran valor científico, ya que se trata del primer yacimiento donde se han observado marcas relacionadas con el comportamiento sexual de un género de dinosaurios muy similar al de algunas especies de aves actuales. Estas prácticas de cortejo no solo están asociadas al acto físico de la cópula sino también a las del periodo de celo, las costumbres amatorias y la nidificación durante más de 160 millones de años (Bakker, 1986). Finalmente y en palabras de Lockley “estas enormes marcas de rascaduras rellenan el hueco que faltaba en nuestra comprensión del comportamiento de los dinosaurios”.


Y después de todo esto, ¿qué?...



... un gif vale más que mil palabras XD!!!

¡Hasta la próxima!


         REFERENCIAS


No hay comentarios: