martes, 24 de mayo de 2016

Memorias del pasado

Imagínense que estáis en Sol y paráis a la gente durante cinco segundos para preguntarles lo siguiente: ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza  cuando escuchas la palabra paleontología?. Es raro aquel que conteste trilobites, amonites, Hipparion,… El 98% te dirán dinosaurios y seguramente al mismo tiempo recordarán la serie Dinosaurios y como no olvidarse de la frase del pequeño Sinclair:

Soy el peque, ¡a quererme!

Figura 1. Serie de televisión: Dinosaurios.

Os propongo otro reto: ¿Qué tienen en común estas fotos?


Figura 2. (A) Les Highlands, Escocia. (B) Hayedo de Otzarreta, País Vasco. (C) Alrededores de mi pueblo Sajazarra, La Rioja. (D) Paisaje primaveral típico de los Países Bajos.


En todas las fotos se puede observar la simbiosis de la vegetación con la topografía, quedando relegada a un segundo plano las obras arquitectónicas como el castillo y la iglesia de Sajazarra y la figura del ser humano. La  moraleja: no todos los fósiles tienen que ser bichejos cucos o espeluznantes de los que a veces das gracias de no haber nacido en ese periodo. Justo las plantas tuvieron una gran relevancia a lo largo de la Historia de la Tierra, pues fueron las primeras en colonizar el medio terrestre.

En los tres viajes al pasado visitamos bosques que con el paso del tiempo han quedado “petrificados” y, además de diferentes eras, desde con más carga en millones de años al que menos: Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico.

En la primera travesía retrocedimos 290 M.a. y nos centramos en el bosque petrificado ubicado hoy en día en el distrito alemán, Chemnitz-Hilbersdorf. Del artículo Palaeoclimatic and site-specific conditions in the early Permian fossil forest of Chemnitz—Sedimentological, geochemical and palaeobotanical evidence de Luthardt et al., (2016) se aprendió que tanto el tipo de especies que habitaron en ese bosque como la interacción entre organismos y plantas eran indicadoras del tipo de ambiente en el que se encontraba. 


Figura 3. Bosque petrificado de Chemnitz expuesto
en el centro cultural Kulturkaufhaus Tietz.


Os propongo tres ejemplos de recordatorio: (1) el descubrimiento de moldes de gasterópodos en zonas próximas a raíces y troncos eran posibles indicadores de la interacción con estas partes de los árboles para la obtención de alimentos, (2) la aparición de escorpiones conservados en sus madrigueras originales reforzaba la idea de condiciones adecuadas para la vida en cuanto a humedad del suelo, la aireación y los minerales disponibles en el sustrato y, (3) la variación de densidad de los tejidos en los calamites pudo ser causada por una serie de eventos como heladas, sequías severas, defoliación, incendios, rayos, caída de cenizas volcánicas o inundaciones (Byers et al., 2014, Creber & Chaloner, 1984 y Schweingruber & col., 2011). De todos estos posibles sospechosos, las pruebas basadas en el registro fósil señalaron a dos delincuentes: las sequías severas y la caída de cenizas volcánicas. Los forenses (Ludwig Luthardt, Ronny Rößler & Joerg W. Schneider) encontraron en los pobres calamites anillos falsos, frecuentes de ambientes tropicales y subtropicales, así como en las regiones áridas del desierto (Chapman, 1994, Creber & Chaloner, 1984 y Schweingruber et al., 2008). Sin embargo, el segundo delincuente podría ser el presagio de la gran erupción del volcán Zeisigwald.

En la segunda travesía visitamos la Antártida, concretamente fuimos a la Isla James Ross. Un continente helado del que en aspectos como la flora y la fauna escasean si comparásemos con la selva amazónica. Una comparación un poco radical, sí. Pero al que solemos asociar generalmente de un ambiente habitado únicamente por focas, pingüinos y algún científico perdido, aunque hay más fauna. Pues queridos lectores este continente hace 200 M.a.  era un bosque petrificado. ¿Quién se podía imaginar lo que fue y lo que es ahora?. 


Figura 4. Isla James Ross.


Se vio como los productos volcánicos del Cretácico Superior depositados en la Isla James Ross fueron suficientes para preservar la flora. También se pudo observar como el estudio de los diferentes fósiles de la Formación Hidden Lake llevada a cabo por los investigadores Jiří Kvaček y Radek Vodrážka arrojaban una mayor información acerca de los ecosistemas terrestres que florecieron en la Península Antártica durante el Cenomaniense, hace unos 90-86 M.a. Sus resultados recogidos en el artículo Late Cretaceous flora of the Hidden Lake Formation, James Ross Island (Antarctic), its bioestratigraphy and paleoecological implications de marzo de 2016, corroboran la propuesta de Hayes et al. (2006) de que en esa parte de la Antártida durante el Cenomaniense prevaleció un clima entre templado cálido a tropical húmedo.

Finalmente en la tercera expedición viajamos hasta la Meseta Tibetana Qinghai. Hoy en día se caracteriza por ser un yardang, pero en el Mioceno (23-5 M.a.) era un bosque de estepa. En este artículo Miocene Woods from the Qaidam Basin on northern Quinghai-Tibet Plateau with implications for paleoenvironmental change de febrero de 2016 escrito por Ye-Ming Cheng y Xiao-Nan Yang, mostraron la conexión entre la topografía, el clima y la distribución de la vegetación durante el Mioceno tardío.



Figura 5. Meseta Tibetana Quinghai.


Evidencias paleobotánicas y geológicas revelaron que el monzón de Asia oriental y el monzón de la India tuvieron lugar durante el Mioceno tardío. Actualmente China presenta un clima similar al que tuvo durante el Mioceno.

Durante el Mioceno tardío el monzón de verano de Asia oriental y el de la India fueron fuentes de vapor, que posteriormente contribuyeron al desarrollo de las precipitaciones que tuvieron lugar en la mayor parte de China. El sureste de la Meseta Tibetana durante el Mioceno tardío presentaba una altura menor a la actual, lo que permitió la entrada parcial del aire cálido y húmedo procedente del Océano índico y Pacífico hasta la parte norte de la meseta. Es por ello que las muestras fósiles halladas pudieran pertenecer a un bosque situado en una zona de transición entre las zonas húmedas y áridas en el Mioceno tardío, en contraste con el clima árido que presenta actualmente.

A partir del Mioceno tardío la elevación de la Meseta Tibetana Qinghai ha obstruido el paso del monzón, lo que condujo a una sequía en la Cuenca Qaidam al norte de la Meseta Tibetana Qinghai.

En estas tres entradas de blog he querido hacer hincapié en que el estudio de fósiles basado únicamente en plantas nos da información relevante acerca de la paleoclimatología y la paleoecología. Al igual que tenemos en mucha estima y cariño a animales como Diego, el tigre de diente de sable y Manny, el mamut de la película Ice Age, saber y recordar que también hay plantas que existieron y se extinguieron y no las pudimos ver con nuestros propios ojos, y ni si quiera en las películas. Pero por suerte están en el registro fósil de nuestra Tierra. La única pega que tienen los fósiles de plantas es que al poseer tejidos de sostén que no están mineralizados, su fosilización no es de tan alto grado como otros organismos.

Con esto y un bizcocho nos vemos en otro momento a las ocho.


Os dejo a continuación las tres entradas anteriores a las que he hecho referencia:
  1. Un bosque un tanto encantador sin gnomos a su alrededor.
  2. ¡Ya es primavera en la Antártida!
  3. Regreso al pasado III. 


BIBLIOGRAFÍA


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