lunes, 9 de marzo de 2015

De los hidrocarburos y los fósiles en América

Todos conocemos ya los hidrocarburos (gas natural, petróleo, arenas y pizarras bituminosas…), y de cómo los usamos para producir energía y derivados (alquitrán, asfalto, gasolina, plásticos…), y de cómo su quema incrementa las concentraciones de GEI en la atmósfera, calentando la Tierra y de lo que ello implica medioambientalmente.


Figura 1: Burbuja de gas en un pozo de asfalto. Fuente: www.tarpits.org

Pero en esta ocasión el tema a tratar es otro. Una utilidad que se le ha encontrado al petróleo: Conserva los fósiles con una calidad excepcional, por lo que estas “trampas” pueden llegar a convertirse en una mina de oro para los paleontólogos.

El tema a tratar son los pozos de asfalto o brea, unas formaciones de hidrocarburos formadas por filtraciones de petróleo que van acumulándose en la superficie, donde puede acumularse por encima una capa de agua por diferencia de densidades. El agua atrae a los animales (especialmente si el clima en ese momento era cálido), que se acercan a beber, pero un aciago destino les aguarda si se acercan demasiado.

Los animales se acercan a beber y cuando se percatan del peligro, ya han quedado atrapados por los viscosos hidrocarburos; si son animales de gran tamaño como la megafauna del Pleistoceno que se ha hallado en estos pozos de asfalto, una gran masa corporal solo ayuda a que el animal se hunda más en la masa viscosa y bituminosa y poco a poco, fallezca por hambre y agotamiento en la brea, donde durante decenas de miles de años sus restos serán conservados hasta la actualidad, cuando vuelven a ver la luz, para delicia de los paleontólogos, que ya han identificado cientos de especies de animales y plantas entre los millones de fósiles rescatados del asfalto en todo el mundo, donde se conservaron protegidos de la meteorización.

Los pozos de asfalto más grandes del mundo se encuentran en América. En los Estados Unidos el pozo de asfalto más destacados por sus fósiles, es Rancho La Brea (California), un yacimiento descubierto en el siglo XX a escasos 10 km del centro de la cosmopolita Los Ángeles, ahora perteneciente al Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, donde se ha encontrado una gran variedad de restos fosilíferos con una antigüedad de la última glaciación (Miller, A.H., 1929), Otros yacimientos destacados en Estados Unidos son McKittrick Tar Pits y Carpinteria Tar Pits, ambos también en California.

Fuera de Norteamérica, en el Caribe, hay un destacado yacimiento de asfalto: Pitch Lake (Trinidad y Tobago), con casi medio kilómetro cuadrado de superficie viscosa de asfalto.

Venezuela, por su abundancia de yacimientos de hidrocarburos, posee algunos de los pozos de asfalto con contenido fosilífero más destacados del mundo. En Mene de Inciarte, Orocual y Guanoco, se han encontrado numerosos fósiles de reptiles, aves y mamíferos, con antigüedades que llegan a superar los 2 millones de años, según las dataciones de cada pozo de asfalto. Un rasgo a destacar es la diversidad de aves en el Pleistoceno neotropical (Steadman, D.W., et al.).

Gracias a los estudios paleontológicos, se puede estudiar reconstruir cómo era la fauna y flora del Pleistoceno, a través del estudio comparado de decenas de especies de animales, se pueden establecer relaciones filogenéticas que nos dan información sobre sus adaptaciones al medio donde vivían. Otros restos rescatados del asfalto son vegetales: hojas, semillas y hasta granos de polen que nos brindan una jugosa información sobre las plantas que vivieron en esa zona y sobre el clima que imperaba, el cual no era el mismo que el actual, ya que el Pleistoceno fue un periodo en el que el clima de la Tierra cambió varias veces, alternando periodos templados (interglaciares) y fríos (glaciares). El último periodo glaciarterminó hace 13000 - 10000 años

Ahora se sabe que América del Sur y parte de América Central (Neotrópico) poseían y poseen una de las mayores variedades de aves del mundo, gracias a su clima y relieve. Esta biodiversidad ha sido moldeada a través de cambios continuos en los últimos millones de años (Cuaternario), destacando los periodos glaciares e interglaciares y la formación del istmo de Panamá, que permitió un intercambio de especies entre Norteamérica y Sudamérica.

Estudio de los fósiles

Solamente en el pozo de asfalto de Mene de Inciarte (Venezuela), de han descrito más de 20 familias de aves, por lo que el conteo de especies total se multiplica (los pozos de asfalto como yacimientos fosilíferos son algo relativamente reciente y no muy estudiado), evidenciando una gran riqueza faunística; a pesar de encontrar la mayoría de fósiles disgregados y desarticulados (Friscia et al., 2008). Los huesos fueron estudiados y clasificados atendiendo a relaciones de parentesco evolutivo determinadas con anatomía comparada (mandíbula, tarsometatarso, carpometacarpo, coracoides, fémur, etc).
Las dataciones con 14C establecen antigüedades que van desde los 25000 años hasta casi 50000 años (Jull et al., 2004).
Figura 2: Comparación de huesos de aves del género Buteogallus hallados en el asfalto de Mene de Inciarte y Rancho La Brea.

Algunas especies encontradas
No solo se han encontrado aves. Los mamíferos pleistocenos también tienen su parte del pastel bituminoso: Remotherium sp., Glyptodon clavipes, Holmesina occidentalis, Pampatherium humboldtii, Dasypus sabanicola Propraopus sulcatus, Mixotoxodon larensis, Macrauchenia patachonica, Stegomastodon waringi, Equus (Amerihippus) santaeelenae, Paleolama sp., Smilodon populator, Canis dirus, Protocyon troglodytes (Rincón et al., 2006, 2007)...
Conclusiones
El asfalto nos permite una conservación de los fósiles excepcionalmente buena, habiendo solo que reunir los huesos sueltos para poco a poco poder reconstruir el esqueleto de los ejemplares a estudiar, permitiendo conocer con mucho más detalle la fauna y flora del Pleistoceno en América, o cómo y cuándo cambió, evolucionó y/o se extinguió (Lorenzen, E.D., et al., 2011). Lo que un día fueron seres que vivieron y respiraron, sufrieron la mala suerte de quedar atrapados en el pegajoso y viscoso asfalto, que los selló como cápsulas del tiempo, preservando huesos, hojas, semillas y granos de polen, perfectos para estudiar y aumentar aún más nuestro conocimiento de la biodiversidad del pasado, pues conocer y estudiar la historia de la vida observando y analizando los fósiles, es también conocer y estudiar nuestra propia historia, pues Homo sapiens somos una especie más entre tantas que hay y tantas que quedan por descubrir aún, vivas o extintas.
Estos yacimientos son algo relativamente reciente, por lo que aún no han terminado de estudiarse en profundidad, por lo que tesoros paleontológicos de valor incalculable siguen allí bajo el asfalto, esperando ser sacados de nuevo a la luz, sin alterarse gracias a la conservación proporcionada por el asfalto.

Referencias 
Steadman, D.W., et al., The diversity and biogeography of late Pleistocene birds from the lowland Neotropics, Quaternary Research (2015)

Jull, A.J.T., et al., (2004). Radiocarbon dating of extinct fauna in the Americas recovered from tar pits. Nuclear Instruments and Methods in Physics Research B 223–224, 668–671.


Rincón, A.D., Alberdi, M.T., Prado, J.L., 2006. Nuevo registro de Equus (Amerihippus) santaeelenae (Mammalia, Perissodactyla) del pozo de asfalto de Inciarte (Pleistoceno Superior), estado Zulia, Venezuela. Ameghiniana 43, 529–538.
Miller, A.H., 1929. The passerine remains from Rancho La Brea in the paleontological collections of the University of California. University of California Publications, Bulletin of the Department of Geological Sciences 19 pp. 14–22.


Prevosti, F.J., Rincón, A.D., 2007. A new fossil canid assemblage from the late Pleistocene of northern South America: the canids of the Inciarte asphalt pit (Zulia, Venezuela), fossil record and biogeography. Journal of Paleontology 81, 1053–1065.
Lorenzen, E.D., et al., 2011. Species-specific responses of Late Quaternary megafauna to climate and humans. Nature 479, 359–365.





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